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Volver a la Unidad, la Unicidad


                 Pero, cuando venimos del Vacío según esta Antigua filosofía, ¿a
             dónde vamos? ¿Cuál sería nuestra meta final aquí en la Tierra? Siempre
             que he preguntado a la gente cuál creen que es nuestra misión en esta
             vida, la mayoría dice que es trabajar, ganar dinero, ser felices, tener
             una casa, un coche, hijos y cosas así. Es muy extraño, pues casi nunca
             les he oído decir algo más profundo que la familia o las posesiones.
                 Hasta ahora, he escrito en este libro sobre lo físico y lo etéreo,
             nutrición (aire). Ahora es el momento de hablar de la nutrición
             espiritual.
                 Volvamos a nuestros orígenes, a la unidad. Ésta está dividida; ya no
             es una unidad. ¿Sería entonces posible que nuestro principal objetivo
             aquí en la Tierra pudiera ser volver al origen, a la unidad? Y, ¿qué sería
             necesario para volver a la fuente? ¿A la felicidad absoluta, donde ya no
             experimentaríamos ninguna preocupación y negativismo? ¿No más
             polaridades? ¿No más Yin y Yang? ¿Es acaso ésta la clave para vaciar
             el morral que hemos traído con nosotros?
                 Pero, dirías, ¿tendría entonces que aceptar todo lo negativo y
             equivocado? Eso es lo más interesante, porque cuando volvamos a la
             Unidad, a la Fuente, no habrá polaridades, ni bien o mal. Eso es el
             retorno a la fuente, la sublimación del Ser.
                 Estar conectados a la Fuente es la clave para transformar todo lo
             que nos rodea hasta que volvamos a ser el Uno.
                 En tiempos anteriores, cuando estábamos conectados con el
             universo, con nuestro entorno, con nuestro Ser interior, estábamos
             tan cerca de la Fuente, tan cerca de nosotros mismos. Este estado,
             que hemos perdido gradualmente, ha sido borrado de nuestra propia
             identidad, de nuestra pureza. Realmente necesitamos recuperarlo.








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